Ahorro del hogar

Cómo funciona la calificación energética

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Te explicamos cómo funciona la calificación energética, que mide el nivel de eficiencia de la energía de una vivienda, oficina, edificio, etcétera.

Qué es la calificación energética

La calificación energética es el índice que señala cómo de eficiente es la energía de una vivienda. Utiliza una escala de letras para puntuar esta eficiencia. Esta escala va desde la A, que es la máxima puntuación, hasta la G, que es la mínima.

La calificación energética se basa en el cálculo del consumo energético necesario para satisfacer la demanda de un inmueble, que puede ser un edificio, una vivienda, una oficina, etc. Divide los kilogramos de CO2 emitidos al año entre los metros cuadrados de la vivienda.

También se tiene en cuenta el consumo de los electrodomésticos. Cuando más bajo sea este, más alta será la calificación, al igual que el uso de bombillas led de bajo consumo, la geometría de la vivienda, la orientación y el empleo de materiales de construcción eficientes. Esta calificación es parte del proceso para obtener la etiqueta energética y el certificado energético, un documento obligatorio si se quiere poner el inmueble en venta o en alquiler.


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Características de la calificación energética

Podemos señalar las características generales de la calificación energética como:

  • La escala diferencia los inmuebles eficientes de los no eficientes.
  • Es sensible a las mejoras. Es decir, que un edificio que está calificado con una letra baja puede mejorar su calificación si se reparan los problemas que le han llevado a tener esa  puntuación.
  • Tiene en cuenta la climatología de la zona y la exigencia energética correspondiente.
  • Tiene en cuenta el uso de energías renovables y de alta eficiencia energética.
  • Estudia los materiales de construcción del edificio.
  • Estudia el CO2 que produce cada inmueble.


Qué significa cada letra de la calificación energética

Las letras A, B y C son las calificaciones más eficientes. Concretamente, la A está asociada a los inmuebles más verdes, que utilizan energías renovables o cualquier sistema que optimice su consumo energético y lo haga más respetuoso con el medioambiente.

Una calificación A indica también que el inmueble tiene un buen aislamiento térmico, ventanas herméticas que permiten el paso de la luz pero no del frío ni del calor, que evita la entrada de temperaturas externas o el uso del aire acondicionado de bajo consumo.

La calificación D no es necesariamente mala. Significa que el inmueble no cuenta con el nivel de consumo energético óptimo para conseguir una calificación más alta, pero tampoco es un peligro para el medio ambiente ni está despilfarrando energía. 

Las calificaciones E, F y G son muy similares entre ellas y, por desgracia, son las más comunes en el parque inmobiliario de España. Normalmente, hacen referencia a inmuebles más antiguos que, por lo tanto, no cuentan con una tecnología energética más avanzada.

La instalación eléctrica antigua, el sistema de calefacción central o un escaso aislamiento térmico son las características que más se repiten entre las viviendas con estas calificaciones, ya que hacen que se consuma más energía. Por este motivo, son viviendas no amigables con el medioambiente, ya que son las que más CO2 expulsan.


Las viviendas E, F y G consumen un 50% más de energía de lo que consume una vivienda D, y entre 5 y 7 veces más de lo que consumen las A, B y C.


Calificación energética y reducción de IBI

En 2016, el Gobierno aprobó que los ayuntamientos de cada población aplicaran una reducción en el impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) basándose en la calificación energética de cada inmueble. El resultado medio es esta tabla:


           

Reducción del IBI

A

      20% de descuento       

B

16% de descuento

C

12% de descuento

8% de descuento

E

4% de descuento

F

Sin descuento

G

Sin descuento

 

Esta medida se introdujo como forma de incentivar la mejora de la calificación de cada inmueble. Las viviendas calificadas como D pueden llegar a subir su calificación, pero las E, F y G lo tienen más complicado, ya que a veces ni una reinstalación energética sería suficiente, debido a los propios materiales del edificio o, en el mejor de los casos, la reforma es tan cara que no compensa con el descuento del IBI.